Que más puedo hacer que recordarte con amor y despecho.
Habría deseado que la realidad fuera distinta, pero acabo de acordarme que la realidad no es como yo quiera, aunque a mi me conviene que si.
Puedo decirte que te escribo con odio, y que probablemente la mayoría del tiempo te recordare como algo que no merece ni una lagrima.
No puedo negar que un día fue apacible caminar con tigo, acostarnos en el pasto y mirar los árboles. Pero hoy un lindo recuerdo queda opacado por la intensa ira que tengo, de haberme entregado y que tú no lo hicieras.
En verdad, si fuera como tu, podría ignorarte, dejarlo solo como un par de palabras y un hecho inconsecuente, pero no soy tan egoísta como para olvidarte, eso no.
Te di tantas oportunidades para remediar tu error con migo, desee tanto que cambiaras, que fueras el que yo pensaba que podías ser, el que eras al principio, o eso que por lo menos aparentaste ser.
No me interesa que lo que escribo suene bien, solo me interesa que entiendas que no te deseo ninguna pena, pero que a veces me gustaría que te pusieras en mis zapatos.
Y tú me dices que si, lo haces, pero solo hipocresía sale de tu boca, mentiras y palabras vanas que no tienen ejemplo.
Se que es fuerte decirte esto, pero ahora, a diferencia de muchas personas que ven una mascara de ti, yo pienso que eres una escoria, y que conocerte realmente me hizo mas daño que conocerte a medias. Realmente desearía que nunca nos hubiéramos conocido, pero el destino tiene sus jugadas, y a veces son malas.
Que más puedo decirte… ¿tiene remedio? NO, me perdiste para siempre.
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